Quizás valga la pena recordar a Henry David Thoreau...
Asumo el lema “el mejor gobierno es el que menos gobierna” y
deseo verlo en acción. Viene a ser lo mismo que “el mejor Estado sería aquel
donde no se gobierna en absoluto, y, cuando los hombres estén preparados, ése
será el Estado que tendrán.”
...Debemos ser primeros hombres y después súbditos. Las
masas sirven al Estado como máquinas, con sus cuerpos. En eso consisten el
ejército, los funcionarios, los ayudantes del sheriff, etc. No tienen libre
ejercicio del juicio ni del sentido común, sino que actúan como la madera, la
tierra, las piedras, y quizá fabriquemos algún día hombres de madera que sirvan
igual ese propósito. Tales hombres no merecen más respeto que un montón de
estiércol, pero generalmente son considerados buenos ciudadanos. Los héroes,
los patriotas y los reformadores actúan con su conciencia, por lo que se suelen
oponer al Estado y éste les trata como enemigos.¿Cómo debemos comportarnos con
este Estado estadounidense de hoy? No podemos asociarnos con él sin deshonra.
No puedo reconocer como mi Estado a esa organización que permite la
esclavitud... Cuando la sexta parte de la nación son esclavos, y el ejército
invade y conquista injustamente todo un país (México) sometiéndolo a la ley
marcial, no es demasiado pronto para que los hombres honestos se rebelen y
subleven. Que el país invadido no sea el nuestro, sino que nuestro sea el
ejército invasor, hace más urgente este deber.Existen leyes injustas. ¿Nos
contentaremos con obedecerlas? ¿Nos esforzaremos en enmendarlas, obedeciéndolas
mientras tanto? ¿O las transgredimos de una vez? Si la injusticia requiere de
tu colaboración, rompe la ley. Sé una contra fricción para detener la
máquina... Bajo un Estado que encarcela injustamente, el lugar del hombre justo
es también la cárcel. Hoy el único lugar que el gobierno ha provisto para sus
espíritus más libres está en sus prisiones, para encerrarlos y separarlos del
Estado, tal y como ellos mismos ya se han separado de él por principios. Allí
se encontrarán el esclavo fugitivo, el prisionero mexicano y el indio. Es la
única casa en la que se puede permanecer con honor.No pagar impuestos sería
menos sangriento que pagarlos, capacitando al Estado para derramar sangre
inocente. Si niego la autoridad al Estado cuando me exige sus impuestos, tomará
y arrasará mi propiedad, y nos acosará sin tregua a mí y a mis hijos. Es duro,
pero me cuesta menos el castigo que llegar a obedecer. Me sentiría de mucho
menos valor. El Estado no tiene mayor honestidad o juicio, sino fuerza bruta. Y
yo no nací para ser forzado. Respiraré a mi manera. Veamos quién es más fuerte.
Cuando el Estado me dice “la bolsa o la vida”, ¿por qué debo apresurarme a
pagar? Deseo simplemente negarle mi lealtad y vivir lejos de él. De hecho, le
declaro tranquilamente la guerra al Estado, a mi manera.La autoridad del Estado
debe tener el consentimiento de cada gobernado. No tiene más derechos sobre mi
persona y propiedad que los que yo le conceda. No habrá una nación realmente
libre hasta que el Estado reconozca al individuo como ente superior del que
deriva toda su autoridad, y le trate en consecuencia.