"El rifirrafe entre Wyoming y Albert Rivera sobre el cambio de nombre de plazas..."
Lo cierto es que no hubo rifirrafe ni nada parecido. Wyoming hizo un intento, ante la locuacidad de Rivera, para no dejar pasar el tema de las víctimas del franquismo. Un intento inútil ya que Rivera utilizando la intervención del presentador a su favor, acabó por decir que él no iba perder tiempo en cambiar nombres de calles y plazas. Conocedor de la molestia que significa para algunos ciudadanos ver que los políticos pierdan tiempo en esas nimiedades. Y así con discurso seguro y gestos de candidato crecido acabó con cualquier duda. Lo conveniente era olvidarse del tema del franquismo.
¿Cúal es el interés de este asunto? En primer lugar es que los medios se han encargado de poner a Rivera en los top ten del día. Nada despreciable cuando estamos a un mes de celebrar unas elecciones. Lo más importante, llamar la atención sobre el fondo del discurso de Rivera y lo peligroso que puede llegar a ser que una buena parte del electorado se sienta atraído por la escenografía de Rivera sin meditar en lo que dice. Un discurso de ultra derecha muy bien enmascarado.