19 de agosto de 2025
Cuando era pequeña, muy pequeña. Mi madre solía ponerme botines de color rosa, vestidos de color rosa. Para Reyes me regalaban muñecas y juegos de cocina.
Cuando crecí, fui a un colegio de niñas. Cuando crecí más, volví a ir a un colegio de niñas.
Nota al margen debo aclarar que mis padres y nadie de mi familia pertenecía al Opus. Sólo eran católicos, pero de los "chungos" de esos que declaran no comulgar, no ir a misa, no confesarse y tener serias dudas de la existencia de un más allá. Esto último, jamás se declaraba públicamente. Más bien, se guardaba para soltárselo a algún amigo "progre" y quedar de tío moderno.
Pero un día, yo, la de los botines rosas. Miré al otro lado de la calle y me di cuenta de que coexistían otras especies. Eran raros "de cojones" lo pensé en aquel entonces y hoy lo reafirmo. Iban vestidos de manera distinta, se movían diferente, todo en esa especie era distinto. Principalmente, me llamó la atención de que todos llevaran botines azules.