jueves, 23 de agosto de 2012

Un mundo de niñas

19 de agosto de 2025

Cuando era pequeña, muy pequeña. Mi madre solía ponerme botines de color rosa, vestidos de color rosa. Para Reyes me regalaban muñecas y juegos de cocina.

Cuando crecí, fui a un colegio de niñas. Cuando crecí más, volví a ir a un colegio de niñas.

Nota al margen debo aclarar que mis padres y nadie de mi familia pertenecía al Opus. Sólo eran católicos, pero de los "chungos" de esos que declaran no comulgar, no ir a misa, no confesarse y tener serias dudas de la existencia de un más allá. Esto último, jamás se declaraba públicamente. Más bien, se guardaba para soltárselo a algún amigo "progre" y quedar de tío moderno.

Pero un día, yo, la de los botines rosas. Miré al otro lado de la calle y me di cuenta de que coexistían otras especies. Eran raros "de cojones" lo pensé en aquel entonces y hoy lo reafirmo. Iban vestidos de manera distinta, se movían diferente, todo en esa especie era distinto. Principalmente, me llamó la atención de que todos llevaran botines azules.