Al periódico El País que hoy como segunda noticia de
portada ha elegido a "Podemos" cada vez se le nota más un ´tufillo` a
enfado, a quien quiere buscar la "quinta pata al gato" para
desencantar, apabullar a los seguidores del grupo. Es comprensible si pensamos que
“Podemos” crece como un poder alimentado de la fuerza más amenazante posible,
la de los ciudadanos. No de los
niveles en los que están instalados los poderes políticos que gobiernan y han
gobernado durante décadas.
Entre líneas echan en cara a "Podemos" la
falta de coherencia en el programa, la utopía en sus planteamientos de base, que
el grupo se fractura, de intentar establecer regímenes de otros países. Cuentos
chinos mezcla de ´culebrón` venezolano (¡cuidado con la palabra que provoca
resquemor!) Da para pensar -bueno, esta gente tiene que comer y no habrá
noticias más jugosas que meterse con Iglesias- puede que sea eso. No puedo
dejar atrás a los jefazos de las líneas editoriales, que vara en mano azotan la
libertad de expresión de sus redactores- que también tienen que comer. Y así
interés tras interés -ninguno en beneficio de nadie más que de ellos mismos.
Al otro lado los ciudadanos, algunos con las ideas
claras respecto de las cosas y de como se mueve todo en este país, otros más escépticos
a los que sí colarán todo tipo de "noticias" complots, fantasmas de
exlíderes políticos sudamericanos y de otras partes del planeta.
No les culpo ha de ser que el gobierno de Rajoy debe
estar haciéndolo rematadamente bien, que no nos amenazan con nuevas subidas del
IVA, con privatizar AENA, RENFE, con hipotecar los estudios universitarios a
través de créditos bancarios, de hacer vitalicios a los reyes e intocables ante
la ley que ya no es universal, ni justa, ni para todos. Tampoco hacen un exámen
de rigor sobre el TIIP que se cocina es sumarísimo secreto como la abdicación
del Rey. No se esmeran en explicarnos porqué los corruptos reposan en casa y se
condena a los que se manifiestan, ni sobre la deplorable situación de los
centros hospitalarios en Toledo. Menos importa lo de Doña Ana, ni la dudosa
recalificación de terrenos para hacer cotos de caza, ni de las prospecciones
petrolíferas en Canarias.
Algunos medios casi sin pudor alguno han decidido
abandonar la objetividad, la noticia de interés común a cambio de apoyar a
poderes políticos y económicos que les aúpan en volandas a golpe de encargos
publicitarios y les aseguran permanencia en el mercado.