Hace un momento he estado en una oficina de lo que era la antigua CAI (Caja de ahorros de la Inmaculada) en Zaragoza, actualmente Caja3 y que pronto pasará a manos de Ibercaja.
Curiosamente muchos de sus empleados siguen llamándole CAI, como su subconsciente percibiera lo que vendrá y se negara a perder lo que le daba seguridad, estabilidad, control, el trabajo.
El chaval que me atendió, muy amablemente, me decía que vivían en una constante incertidumbre y que prácticamente todo lo que sabían sobre su futuro laboral es lo que leían en los periódicos.
Si esta situación la multiplicamos por los cientos de trabajadores, autónomos que están en esta situación en dónde nadie sabe que pasará no a largo plazo, sino, al día siguiente. Habría que exigir que los responsables de salud se ocuparan de lo que va a ocurrir con la salud mental de estas personas y con todos los que estamos viviendo situaciones de estrés como estas.